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Agujero Glorioso

Hace algunos meses, al transitar por un lugar público de Guayaquil, ocupado por varias trabajadoras sexuales, Chérrez escuchó la conversación de una de ellas con un cliente que intentaba regatear el valor de sus servicios. De la plática la artista extrajo una frase lapidaria, que llama la atención si la entendemos como una ingeniosa respuesta a la actitud abusiva de alguien que busca sobrepasarse; un “estatequieto” que obliga al otro a comportarse a la altura, a pesar de las circunstancias.

Las palabras que se escuchan en la obra son poco comunes en el medio artístico local, en donde la mayoría de mujeres opta por la corrección moral y política para obtener beneficios que de otro modo, es decir, dicien- do realmente lo que piensan, difícilmente alcanzarían. El campo del arte, al igual que otros espacios laborales, mantiene una estructura patriarcal here- dada que perpetúa las inequidades de género. Ante esa situación, Chérrez ha elegido no acallar su voz ni desestimar sus impulsos, con la convicción de que es preciso empoderarse como mujer y artista.

Agujero glorioso cierra la exposición de un modo interpelante, con crudeza y determinación, sin dejar de recordarle al visitante su lugar en estas historias. (Ana Rosa Valdéz, 2017)

Agujero glorioso. Instalación sonora, ambientación con tela y madera. Dimensiones variables. 2017.

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